Esta torre fue conocida como “Torre del rey de Francia”, dadas las generosas donaciones que en 1483 hizo el monarca Luís XI para las dos grandes campanas que en ella se colocarían. En esa época se trataba de una sencilla espadaña sobre un gran cubo pétreo, que marcarían las horas de la vida en la ciudad.
El aspecto que hoy domina en la torre del reloj es el del arte barroco; más allá de este compacto cubo inferior para cuya construcción se emplearon sillares.El enmascaramiento barroco que dio Peña de Toro a la cabecera medieval por la Quintana es retomado aquí por Domingo de Andrade, a quien el cabildo elegiría Maestro de Obras en 1676.
Éste no derribó el cubo medieval, sino que lo tomó como base para el remate de una nueva torre, cuyas obras se alargarían pese a las prisas del cabildo para terminar las obras el año santo de 1677. De hecho, en el segundo de los cuerpos que levantó Andrade, y que aloja la campana de los cuartos.
Del primer cuerpo del cubo medieval, que abre una ventana a modo de balcón hacia la Quintana, nos llaman la atención las esquinas. Se trata de verdaderos templetes circulares rematados por capulines entorno al gran vano, que permite hacer resonar el sonido de la enorme campana de las horas, fundida en 1729 por Güemes en Compostela. No es esta campana la que hoy marca las horas. Al resquebrajarse, estuvo muchos años sin utilizarse, y actualmente se encuentra en el claustro catedralicio, junto a la de los cuartos, más pequeña. Las encontramos hoy en día y que marcan las horas fueron fundidas en Holanda en 1990.
Domingo de Andrade, basándose en modelos de torres renacentistas y a partir de un torreón medieval, levantó una torre barroca de setenta metros de altura. Constituye una obra maestra y uno de los elementos más característicos de la catedral compostelana. En cuanto al reloj, de una sola aguja y con esfera de mármol calado en los cuatro lados de la torre, lo construyó Andrés Antelo en 1831. Aún hoy requiere de un relojero que le dé cuerda cada día para funcionar puntualmente.
El segundo cuerpo es octogonal, posee templetes y la decoración tan típica de Andrade de sartas de frutas y trofeos militares.
La coronación de la cúpula está culminada por una linterna cuya iluminación hace que se convierta en un faro que marca no sólo las horas, sino también los días más señalados del calendario jacobeo.
Unas figuras de los apóstoles adornan los lisos muros de la torre, esculturas góticas de gran calidad.
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